“Cualquier persona, en cualquier momento de su vida o contexto, tiene el potencial y la capacidad para modificarse, con miras a fomentar su desarrollo humano”.

Reueven Feuerstein.

Un momento de silencio para honrar a todos quienes han fallecido en esta pandemia. Fortaleza y amor a sus familias y seres queridos.

Nos encontramos en un momento sin precedentes para la humanidad. El dolor físico y emocional nos está moviendo y conmoviendo, afectando y transformando. ¿Qué está sucediendo? 

Todos los seres humanos, expuestos a realidades disruptivas e información confusa, nos encontramos en estado de alerta, incertidumbre, hastío. Estamos en un momento que nos ha despertado miedo, enojo, ansiedad, dolor…

Se detiene el mundo. Se inmoviliza la vida como la conocemos. Difícil. Y si bien esta situación humana nos presenta grandes retos, también nos ofrece una oportunidad para abrirnos a nuevos aprendizajes y posibilidades de crecimiento personal, familiar y social. 

La oportunidad de repensarnos, de plantearnos quiénes somos hoy y quiénes queremos ser, desde una visión esperanzadora que contempla nuestro potencial de desarrollo y transformación, es contundente.  

Hoy, como nunca, la humanidad tiene capacidades, herramientas, tecnologías y métodos, conocimientos, ciencia y sabiduría para activar nuestra inteligencia individual y colectiva, para trascender retos y encontrar caminos hacia un mayor bienestar personal y social.

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Reconocer y activar nuestros recursos internos. Aprovechar nuestras habilidades y capacidades. Diferenciar lo esencial y lo importante de lo innecesario. Revisar nuestros hábitos, comportamientos y actitudes. Valorar y agradecer lo que tenemos de una manera diferente. Y, sobre todo, aprender a cuidar y a cuidarnos, hacernos responsables de nuestras decisiones y de nuestros comportamientos.

Este momento histórico, con todos los retos que nos está presentando a nivel físico, emocional y material, también nos está revelando nuevas posibilidades para pensarnos a nosotros mismos, pensar acerca de nuestras formas de vivir y de relacionarnos con los demás. Darnos momentos para reconocer lo que estamos aprendiendo, cómo nos estamos adaptando y expandiendo nuestras capacidades. 

Alejados físicamente de las actividades externas, compartiendo espacios cerrados, nos estamos acercando a nuestras familias de manera intensa. En estas nuevas dinámicas se nos revelan necesidades individuales y colectivas que requieren que: 

Por otra parte, nos hemos enfrentado al inmenso reto de la educación a distancia, y más allá de los retos tecnológicos, el gran desafío nos ha llevado a repensarnos como educadores, a preguntarnos acerca de los propósitos, fines y contenidos de la educación, inclusive, a repensar los métodos y técnicas de enseñanza y a cuestionar nuestras mentalidades acerca de qué es aprender, de quién y cómo aprendemos. 

En nuestras manos está la disposición, la apertura, la determinación y la fortaleza interior para modificar la forma en que vivimos y atendemos la realidad, nuestros estados internos y nuestras interacciones con el entorno.

Preguntarnos, desde los hábitos más cotidianos, cómo nos organizamos, usamos y aprovechamos nuestro tiempo en casa, y las decisiones más básicas: qué vemos y hacemos, qué decimos y cómo lo decimos; hasta cómo regulamos y modulamos lo que expresamos, las formas de tratarnos y de convivir, cómo resolvemos los conflictos y dificultades de formas asertivas.

Los portales para acceder a caminos de autoconocimiento y de desarrollo de habilidades personales son muchos. Hoy tenemos la posibilidad de desarrollar las habilidades y adquirir las herramientas y conocimientos que necesitamos para calmar nuestra mente y manejar nuestras emociones, para dejar de lado lo que nos limita y perjudica de nuestras propias actitudes, mentalidades y comportamientos, y para modificar de forma profunda nuestra relación con el aprendizaje y la enseñanza.

También tenemos la posibilidad de construir espacios generativos (físicos y virtuales), activar la creatividad, aprovechar y organizar mejor nuestro tiempo para encontrar alternativas y definir nuestras necesidades y prioridades; de desarrollar capacidades individuales y colectivas, de ser más solidarios unos con otros, de colaborar y aportar de forma única.

Hoy se hace evidente, también, el valor infinito del arte y la cultura, de los recursos creativos para expresarnos de forma asertiva y transformar nuestros estados de ánimo. Hoy se hacen evidentes las posibilidades infinitas de aprendizaje.

Tomar la decisión de quién voy a ser, cómo voy a ser y cómo vamos a ser juntos al final de esta etapa humana, una vez que este evento inesperado haya concluido, está en nuestras manos.

Hoy podemos voltear hacia nosotros mismos, a nuestras familias y hogares, para aprender a crecer juntos y reflexionar acerca de cómo queremos vivir, qué queremos conservar y qué queremos transformar de nuestras formas de vida, de nuestras relaciones, de nuestras formas de trabajo y de nuestras formas de aprender. 

¿Quién quiero ser? ¿Qué quiero lograr? ¿Qué queremos lograr juntos?

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