Inspirado en la riqueza del Diario de Frida Kahlo, el Instituto DIA, con una experiencia de 25 años utilizando el arte y la mediación como herramientas para desarrollar múltiples habilidades y capacidades, creó el taller Compartiendo nuestra creatividad, cuyo objetivo es compartir herramientas que ayuden a explorar la creatividad por medio de distintos tipos de lenguaje.
Sin embargo, debido a que en marzo del presente año surgió la necesidad de quedarse en casa por la emergencia sanitaria originada por el COVID-19, el Instituto DIA decidió adaptar el taller, de manera que los organizadores recurrieron al uso de las tecnologías para acercarse y escuchar el sentir de la comunidad, así como a la utilización de una aplicación para impartir el taller virtualmente.
De esta manera, entre marzo y abril se han llevado a cabo varios talleres que buscan, no solo compartir herramientas creativas, sino también que los participantes descubran sus talentos y habilidades en lo individual y lo colectivo.

Sabemos que la creatividad nos permite expresarnos de múltiples formas con la intención de plasmar lo que sentimos o pensamos, pero ¿qué pasa cuando compartimos con alguien más nuestra creatividad? Laura Reyes, participante del taller, explicó:
“En grupo fluyen otras partes de mí que no surgen de la misma manera cuando lo hago sola”.
Los participantes descubrieron que, cuando se vive estableciendo lazos con otros, la experiencia creativa se vuelve más inspiradora y enriquecedora que cuando la vive una persona por sí misma, ya que no solo se explora una perspectiva, sino que también se conoce la de los demás y se pueden escuchar otras voces que motivan a experimentar ese momento desde otra mirada.
Durante los talleres han surgido otras reflexiones de los asistentes; por ejemplo, pese a que las personas no estuvieron presentes físicamente, lograron conectarse con los demás al escucharlos y ser escuchados, sin importar si se conocían o no. Salieron a la luz los prejuicios que cada uno tenía sobre sí mismo, como el hecho de que algunos consideraban que no eran creativos o no eran buenos para hacer algo, y que, a partir del vínculo con otra persona, abrieron otras puertas en las que descubrieron que hay alguien más que piensa y siente como ellos.
Cristina Díaz, encargada de impartir los talleres, nos comparte que para ella esta experiencia le dejó un sentido de alegría profunda porque las personas a las que acompañó en ese proceso develaron muchas habilidades; de esta manera, ella redescubrió que hay muchos talentos que están dormidos.
Cristina cuenta que cuando surgió la propuesta de que el taller se impartiera de manera virtual sintió mucha curiosidad por la dinámica que se iba a desarrollar, pues no era lo mismo hacerlo de manera presencial que vía remota; sin embargo, le dio mucho gusto ver lo que se tejió en los talleres, escuchar y sentir la emoción y la confianza de los asistentes, ver lo motivados que estaban a seguir expresando y experimentado con las herramientas proporcionadas.
Hubo una sensación de logro al ver el potencial latente, de la posibilidad que hay al ser creativos, y que solo se requiere conectar la mente, el cuerpo y el corazón para que todo fluya. Cristina agrega que durante los talleres surgió un reconocimiento con el otro que abrió un camino a la inspiración, en donde acompañaba a los demás y los escuchaba con apertura y sensibilidad. Considera que todos nacimos con la habilidad de la creatividad, solo requerimos cultivarla para descubrirla. Para ella, es un potencial que nos habita como seres humanos, es una capacidad que nos permite vivir y relacionarnos con el mundo que nos rodea.