A partir de experiencias personales en relación con la escuela, el juego, la imaginación y la creatividad, Claudia Madrazo —fundadora del Instituto de Mediación Pedagógica— comenzó, a principios de la década de los noventa, un camino de búsqueda guiado por una visión: integrar el arte a la vida cotidiana como medio para el desarrollo individual y colectivo.

Ella intuyó que trasladar el arte, por ejemplo, de los museos a las aulas, podría ser otra alternativa de transmisión del conocimiento. Esto con la principal intención de estimular la imaginación y de promover el desarrollo de la creatividad, del pensamiento crítico y de la conciencia, así como de fomentar el gozo por enseñar y aprender.

Es que la escuela tradicional —donde el estudiante aprende lo que el maestro transmite y basada en una idea del progreso que se enfoca en la producción y el desarrollo económicos— ya no responde a las necesidades ni a las dificultades actuales de los individuos y la sociedad, como son la inestabilidad emocional, social y política; los ecosistemas destruidos; las migraciones constantes; entre otras.

Entonces, “¿cuáles deben ser los fines y propósitos de la educación hoy para atender los desafíos que estamos viviendo como humanidad?”, se pregunta Claudia Madrazo en su libro Un camino para ser y trascender (2020). Y continúa: “¿De qué manera el arte puede entrar en espacios de aprendizaje para generar nuevas formas de enseñar y estimular conocimientos y sensibilidad acerca del mundo que vivimos?”

En virtud de esas dos preguntas, surgió la mediación dia, “que busca contribuir a la construcción de una pedagogía enfocada en la dimensión humana y en el aprendizaje participativo, planteando un modelo conceptual que aporta conocimientos y herramientas que contribuyen al desarrollo de la inteligencia”, se enfatiza en dicho libro.

Así, la experiencia de la mediación dia intenta activar procesos de aprendizaje y autodescubrimiento que pueden ayudarnos a desarrollar de manera íntegra nuestra facultad de conocer, analizar y comprender. 

Desde esa perspectiva nace la necesidad de “educar la conciencia para activar el sentido de responsabilidad y compromiso con uno mismo y hacia el entorno, considerando no solo la dimensión cognitiva, sino las dimensiones física, afectiva, comunicativa y social”.

Cimientos de la mediación dia

Partiendo —se explica también en Un camino para ser y trascender— de marcos de referencia cognitivos y socioculturales, fue emergiendo la teoría de la mediación dia, que se basa sobre todo en el modelo sociocognitivo, surgido de la fusión de los modelos cognitivo y sociocultural.

La mediación dia está alineada con las propuestas pedagógicas de los psicólogos Lev Vygotsky (la influencia del entorno sociocultural en el desarrollo cognitivo mediado) y Reuven Feuerstein (la inteligencia no es fija, sino modificable y se puede potencializar gracias al mediador), y es diferente a la mediación vinculada a la resolución de conflictos, en la que el mediador tiene un papel imparcial para facilitar y regular procesos de reconciliación.

Durante los últimos 60 años —se describe en el libro mencionado— han surgido distintos paradigmas del proceso de aprendizaje, los cuales a su vez han ido arrojando teorías y transformaciones en las prácticas pedagógicas que, de una u otra forma, han influido en el desarrollo de la mediación dia.

  1. Paradigma conductista. Predominó a principios del siglo XX. Concibe al aprendizaje como resultado de un estímulo exterior, en el que el maestro es el centro de la enseñanza-aprendizaje. No responde a cuáles son los procesos por los que el estudiante aprende ni a por qué no todos los alumnos aprenden igual.

  2. Paradigma cognitivo. Ante la necesidad de entender el proceso de aprendizaje, este paradigma surge a mediados del siglo XX. Prioriza cómo y para qué se aprende en términos de estructuras mentales individuales. Se basa en la hipótesis de que el individuo es una totalidad y la mente es la que dirige, sin considerar los estímulos externos. Predominan la inteligencia, la creatividad y el pensamiento crítico y reflexivo. Las teorías más relevantes dentro de este paradigma son el constructivismo de Jean Piaget, en el que el individuo es protagonista de su aprendizaje y puede modificar conocimientos previos e incorporar nuevos; el aprendizaje significativo de David Ausubel, en el que el individuo le da sentido a lo aprendido; la interacción sociocultural en el desarrollo humano planteado por Vygotsky; y la modificabilidad cognitiva de Feuerstein, en el que el potencial del aprendizaje puede desarrollarse con la mediación de educadores dotados de formación cognitiva, metodológica y ética humanística. Una de las limitaciones del paradigma cognitivo es su carácter individualista, ya que no contempla del todo la relación del individuo con el entorno.

  3. Paradigma sociocultural. Subraya la relevancia de la interacción entre el individuo y su entorno, ya que el aprendizaje es contextual y compartido. La cultura es un componente básico de la comunidad humana, por lo que la enseñanza-aprendizaje debe considerar el contexto. Aquí son importantes las aportaciones del modelo sociocultural en el desarrollo cognoscitivo desarrollado por Vygotsky.

  4. Paradigma sociocognitivo. Surge con la complementariedad de las visiones de los paradigmas cognitivo (proceso de enseñanza y aprendizaje individual) y sociocultural (el individuo aprende gracias a su interacción con la sociedad y su contexto cultural). Responde a las necesidades de la sociedad globalizada actual. Fomenta el potencial humano para que tanto mediadores como mediados puedan conducirse en este mundo cambiante como seres inteligentes, sensibles, flexibles, comprometidos y creativos.

Así, como subraya Claudia Madrazo en el libro citado : “la teoría de la mediación dia se fundamenta en el enfoque sociocognitivo del aprendizaje”. Por eso, en la interacción dinámica entre la persona y su entorno (mundo interior y mundo exterior), la mediación dia —a través del arte— es el puente para la manifestación de respuestas y la transformación de habilidades y modelos mentales, es decir, del desarrollo de la inteligencia.

En un inicio, se diseñó el programa dia para la educación formal básica en las escuelas de México; no obstante, se fue adaptando como un modelo de mediación pedagógica para implementarse en otros contextos y en diversos formatos y modalidades. Gracias a su flexibilidad, la mediación dia, además de las aulas, ha llegado a centros de readaptación social, a reclusorios, a niñas y niños en riesgo de calle, a personas con discapacidad, a hospitales, a ámbitos indígenas y rurales y a medios naturales. 

De la misma manera, actualmente se ha adaptado con éxito a la educación virtual propiciada por la crisis del coronavirus.

Después de dos décadas de desarrollo, el modelo de mediación dia, aunque constituido, sigue enriqueciéndose de las aportaciones de educadores y educandos que lo utilizan en sus respectivos contextos, además de que continúa adaptándose a nuestro cambiante mundo y a diferentes circunstancias.