El propósito central del modelo de mediación dia es la creación de experiencias colectivas de aprendizaje a través de la interacción sensible e intencional entre los participantes y los educadores. Siguiendo una serie de elementos cardinales, estas experiencias educativas fomentan la construcción grupal del conocimiento y el desarrollo integral tanto de los educandos como de los mismos mediadores. Los elementos que posibilitan este proceso son:

  1. El contexto
  2. Las intenciones
  3. El mediador
  4. Los participantes
  5. El vehículo de mediación
  6. El tiempo
  7. Los principios de mediación

El contexto

En Un camino para ser y trascender (2020) leemos la siguiente aseveración: “Toda realidad ocurre en un momento histórico, en un tiempo, en una cultura y una comunidad específicos. Todo esto influye de manera directa tanto en las necesidades como en los objetivos y metas educativas”. Por situarse en un espacio y un tiempo concretos, el trabajo docente está condicionado por un puñado de exigencias contextuales que el mediador no debe soslayar: este siempre debe tener en cuenta las necesidades del contexto educativo donde tomará lugar la sesión, pero también los recursos —didácticos, infraestructurales, simbólicos, etcétera— que ofrece para redirigir sus esfuerzos y sus estrategias a una integración más orgánica entre el espacio y las intenciones educativas.

De esta manera, es importante que “el mediador se sensibilice acerca del entorno y actúe con apertura, dejando de lado ideas preconcebidas para abrir su escucha y disponerse a crear experiencias de mediación sensibles, pertinentes y relevantes respecto al contexto”.

Las intenciones

El ejercicio de la mediación dia tiene un doble propósito: además de beneficiar a los educandos proporcionándoles herramientas y estrategias que les permitirán tener un desarrollo integral y construir su conocimiento, también se enfoca en el desarrollo de diversas habilidades pedagógicas y personales de los mediadores. La importancia de este elemento radica en la necesidad de ser conscientes de nuestras intenciones educativas, ya sea que participemos como alumnos o maestros, para así solidificar nuestro compromiso con el proceso.

Las intenciones y las metas de cada sesión varían de acuerdo con las necesidades contextuales específicas por la mediación; dado que se trata de un proceso dinámico, es necesario que el mediador las redefina para que se adapten a las necesidades, tanto colectivas como personales, del grupo.

El mediador

La persona que media tiene un papel cardinal en la integración de los elementos del modelo dado. Es el catalizador de la construcción colectiva de aprendizaje, y por ello su labor es promover la interacción edificadora de los participantes con el vehículo de mediación, pero al mismo tiempo darle norte a la sesión a través de estrategias que garanticen el máximo desarrollo integral de los participantes.

Por esta razón, el camino del mediador integra dos facultades pedagógicas básicas: poder escuchar con atención y empatía las necesidades de los educandos para ser capaces de darles una respuesta efectiva, y saber escucharnos a nosotros mismos —nuestras cualidades y expectativas— para incluirnos en el proceso de desarrollo integral.

Los participantes

En este modelo, un participante se define como el usufructuario de la experiencia pedagógica, sin importar su edad. En una sesión, él tiene la oportunidad de desarrollar sus habilidades físicas, cognitivas, comunicativas, afectivas y sociales; construir conocimiento con el resto de los educandos; y gradualmente hacerse más consciente de sí mismos y de sus entornos natural y social.

Para lograr los objetivos del modelo, es necesario que los participantes sean activos y participativos y que estén plenamente conscientes de su desarrollo. Una persona no es una isla que construye su conocimiento de forma individual; al contrario, lo que sabe es el resultado de la interacción con los demás en un contexto específico, y por ello es necesario que un alumno se asuma como un constructor dinámico de saber y un agente que tiene el poder de darle un sentido a lo que aprende.

Por ello, es necesario que el mediador fomente la contribución activa y constante de los participantes; que compartan sus ideas, sus opiniones, sus saberes, su experiencia y sus sentimientos.

El vehículo de mediación

Un vehículo de mediación es el detonador de los procesos de conocimiento y desarrollo integral. Su objetivo es despertar la curiosidad y el interés de los participantes de una sesión, así como estimular un diálogo que sirva como terreno fértil a un nutrido intercambio de conocimientos. 

Una obra de arte (plástica, escultórica, literaria, cinematográfica, etcétera), una actividad, un material didáctico o hasta un problema matemático puede ser un vehículo de mediación: lo principal de ellos es que están relacionados de formas heterogéneas, pero interrelacionadas, con los objetivos de la sesión. Para elegir el vehículo más apropiado, es imprescindible que el mediador investigue y analice diversas propuestas para que sea capaz de hallar la que más se adapte al contexto y a las intenciones específicas de la sesión.

Un buen vehículo de mediación tiene diversas cualidades —es evocador, emotivo, sugerente, provocador, sensitivo, aleccionador e imaginativo— y cuenta con cuatro características:

  1. Tiene un contenido relevante y adecuado a los objetivos de la sesión. 
  2. Es suficientemente variado para ser insólito y cautivador.
  3. Los participantes lo reconocen enseguida porque tiene un grado óptimo de familiaridad cultural.
  4. Incorpora un nivel de abstracción acorde a las capacidades de los participantes, de modo que cuenta con un grado justo de complejidad que lo vuelve desafiante, mas no abrumador.

El tiempo

Este elemento también cumple un papel multifacético en el modelo. La mediación es un proceso, y por ello está supeditada a unos márgenes cronológicos específicos: una sesión no puede ser exitosa si en su planeación no se cuida el ritmo en el que se conjuntarán cada una de las partes que la componen. Pero como este proceso no tiene lugar más que en una comunidad, la progresión temporal de la mediación no es uniforme: cada persona tiene un ritmo singular para realizar sus actividades y construir su conocimiento, por lo que el mediador debe otorgarle a la experiencia el tiempo necesario para que se despliegue a su máximo potencial.

Los principios de mediación

Los cinco principios de la mediación (orientar, motivar, generar, rescatar y cerrar y trascender) permiten a los educadores generar un espacio seguro de diálogo y favorecen la construcción gradual del conocimiento. Cada uno les permite definir las acciones concretas que deben realizar en  las diferentes etapas de la sesión y el efecto específico que tendrán estas. En resumidas cuentas, los principios responden al “qué”, el “cómo” y el “porqué” de la mediación.

  1. Orientar: se trata de darle una dirección explícita a la sesión. Ayuda a crear las condiciones de una práctica de mediación atrayente y enfocada.
  2. Motivar: es despertar el deseo de aprender. Sirve para crear un ambiente cooperativo y dinámico.
  3. Generar: hacernos conscientes del efecto que tendrán nuestras acciones. Aquí se echa mano de la pregunta metódica para estimular la participación.
  4. Rescatar: es darle un sentido y profundizar en la riqueza que hemos generado. Este principio invita a construir a partir del conocimiento.
  5. Cerrar y trascender: concluir la práctica y asimilar lo que ha surgido de la experiencia para incorporarlo en nuestra vida cotidiana.

Un modelo uniforme y armonioso

En el modelo didáctico de la mediación dia, la interacción entre los elementos fundamentales es necesaria para llevar a buen puerto la experiencia pedagógica. Estos elementos abarcan todos los ámbitos de la mediación y facilitan la aprehensión consciente y estratégica de todos los ingredientes esenciales de la enseñanza. Y como todo lo que toca a la mediación, su objetivo se cumple si tiene una derivación edificante para el implementador mismo: los elementos esenciales de la mediación son pautas que sirven para dirigir la sesión hacia la construcción del conocimiento colectivo y el desarrollo integral de todos los participantes, es decir, tanto de los educandos como de los mediadores.