Quienes se han visto inmersos —de manera directa o indirecta— en prácticas educativas, reconocerán que esta es una labor continua y colaborativa; es decir, el aprendizaje es un proceso en constante transformación en el que participan múltiples agentes. Cada cabeza es un mundo, lo cual significa que existen tantos mecanismos cognitivos y formas de construir el conocimiento como existen personas. Aunado a esto, las circunstancias en las que se inscriben estos aprendizajes tienen un fuerte impacto en los resultados, de ahí que lo que una de las tareas fundamentales de la docencia sea precisamente la invención perenne para encontrar nuevos métodos de enseñanza que respondan a las necesidades del individuo y del contexto. 

La educación es un derecho humano indispensable para generar entornos donde imperen la justicia, la igualdad y la libertad. Es por ello que, si bien el salón de clases es por antonomasia el espacio destinado a la formación, este proceso rebasa los límites del aula y trastoca casi todos los ámbitos de la vida de niños, niñas y jóvenes. Si algo aprendimos del hiato de dos años que significó la pandemia, es que la educación tiene la virtud de saber acoplarse, que es maleable y flexible, y que las metodologías de enseñanza deben aprovechar estas cualidades para alcanzar a las y los alumnos en cualquier rincón y circunstancia.

La organización civil Mexicanos Primero es una comunidad de práctica y aprendizaje de carácter plural e independiente, enfocada en promover políticas públicas en favor de la educación en el país. La convicción de que el progreso comunitario es la ruta hacia una sociedad más democrática, participativa y libre es el ideal que funge como aglutinante del equipo multidisciplinario de activistas que integran la asociación. De este modo, la educación se concibe no solo desde el ámbito meramente académico, sino también como un proceso que determina las dinámicas interpersonales, pues en las aulas también se forja nuestro sentido de colectividad, aprendemos a empatizar, negociar, utilizar nuestra voz y colaborar unos con otros para alcanzar metas compartidas. 

Responder a las necesidades del presente

Con la intención de reconocer a quienes día con día se dedican a buscar nuevas rutas para transformar la educación, Mexicanos Primero otorga cada año los premios ABC a aquellos que diseñan, coordinan e impulsan iniciativas que ayuden a garantizar el derecho a aprender. Desde 2008, más de 130 ganadores de toda la República (entre los cuales figuran maestras, directoras, supervisoras, asesores técnicos y equipos pedagógicos) han sido galardonados por su contribución a generar comunidades educativas más incluyentes.

Desde principios del 2020, la crisis sanitaria arrojó luz sobre el impacto que las condiciones materiales tienen sobre el desempeño educativo, y la urgencia de pensar en nuevos métodos de enseñanza que se ajustaran a las necesidades físicas, cognitivas, emocionales y prácticas de cada estudiante, y no al revés. Así pues, en 2021 la convocatoria de los premios se enfocó en aquellos proyectos que se centraran en la educación a distancia y evitaran la deserción escolar a la que muchos jóvenes se vieron orillados. Las iniciativas ganadoras fueron desde una estación de radio para dar continuidad al aprendizaje a distancia de las comunidades educativas más vulnerables en Tamaulipas, hasta la creación de huertos sustentables en casa dirigido a estudiantes con necesidades educativas especiales en Aguascalientes. 

Además de agradecer a las personas que día con día fortalecen el sistema educativo, este premio sirve para reforzar las redes de aprendizaje y acercar a la comunidad que participa en este gran proyecto. Se trata no solo de reconocer el trabajo individual, sino de también de recordar que, cuando construimos juntos, podemos lograr cambios más profundos y trascender en nuestro camino como sociedad: esa es, precisamente, la esencia del proyecto educativo por el que apuesta Mexicanos Primero.

En este tenor, el criterio que rigió la convocatoria realizada en el 2022 siguió estando estrechamente vinculado con las necesidades educativas de la coyuntura actual. El reencuentro presencial constituyó un reto que implicó, por un lado, definir nuevas normas de convivencia y, por otro, idear mecanismos para subsanar el rezago y las brechas que se generaron después de dos años de inestabilidad. Ahora más que nunca, ha quedado claro que la comunidad se construye desde distintos frentes y que es responsabilidad de todos extender la mano para asegurarnos de que nadie se quede atrás. Es por ello que durante ese año el jurado buscó visibilizar aquellas propuestas direccionadas a generar prácticas efectivas para el regreso a clases, a incentivar el acompañamiento socioemocional de alumnos y docentes, y a transformar los salones en espacios menos verticales, donde se fomenten el sentido de comunidad y el trabajo en equipo.

El regalo de la formación

A todo proceso de enseñanza le corresponde una experiencia educativa paralela, el maestro tiene siempre algo de alumno y viceversa; afortunadamente, el conocimiento es inagotable, siempre podemos deleitarnos con el descubrimiento de algo nuevo que transforme nuestra realidad y nuestra perspectiva. 

Así pues, como parte del premio se otorga a cada ganador la oportunidad de participar en una experiencia de formación y aprendizaje virtual, con cierre presencial en distintos estados de la República. Durante este proceso se profundiza y se afinan los detalles de cada uno de sus proyectos educativos, para dotarlos de mayor estructura, alcance y solidez de resultados en el nuevo ciclo de implementación en sus comunidades.

En el año 2022, previo a la ceremonia de premiación que se celebrará en septiembre, el cierre se llevó a cabo en la hacienda Itzincab de Cámara, en Yucatán, del 2 al 8 de agosto, con un programa de liderazgo e innovación educativa conducido por especialistas del Instituto DIA. La intención general fue ofrecer una experiencia de desarrollo personal y colectivo que encamine a los ganadores a cobrar una mayor consciencia individual y comunitaria que pueda aplicarse al momento de elaborar proyectos educativos innovadores que sepan reconocer y ajustarse a las necesidades de su contexto. 

La posibilidad de compartir y acompañar este proceso facilita el intercambio de ideas para reafirmar el vínculo de la comunidad y su compromiso con la educación, de modo que todos puedan construir de manera colaborativa un camino hacia una educación más equitativa e incluyente, que responda a las necesidades no solo dentro del salón de clases, sino de la vida de cada una de las personas que participan en este proceso.