
El vehículo de mediación es uno de los elementos fundamentales del modelo didáctico dia, donde funge como estimulante de los procesos de conocimiento y desarrollo integral. Su incorporación en la práctica pedagógica dia permite despertar la curiosidad y el interés de los participantes de una sesión, así como detonar un diálogo rico donde se construya conocimiento a través del intercambio de ideas, reflexiones y saberes.
El arte es el vehículo de mediación por antonomasia, pero el modelo admite cualquier clase de producto evocador, emotivo, sensitivo y dotado de chispa imaginativa, cuyo contenido se relacione íntimamente con los objetivos de la sesión: también una actividad lúdica, un material didáctico o hasta las matemáticas pueden servir como estimulantes de la imaginación y el diálogo. Por eso, es necesario que el mediador investigue constantemente nuevas propuestas y las analice para hallar el vehículo de mediación que se adapte con más naturalidad al contexto y a las intenciones específicas del grupo donde aplicará los principios de la mediación.
Las cuatro características imprescindibles con las que debe contar un vehículo de mediación son las siguientes:
- Poseer un contenido relevante para los objetivos de la sesión.
- Ser insólito y cautivador.
- Tener cierto reconocimiento cultural para que los participantes conecten con él de inmediato.
- Contar con un grado justo de complejidad estética que lo vuelva desafiante pero no abrumador ni tedioso.
Selección de textos literarios
El arte, como afirma Claudia Madrazo en Un camino para ser y trascender, puede atizar la inmemorial fascinación humana por contar y escuchar historias. El relato es la leña que alimenta la pira del diálogo: hablamos con los demás para narrarles lo que somos y describir los ámbitos sustanciales donde acontecen nuestras vidas, pero también para conocer las historias que esas personas nos confían. Con el arte, “surge el deseo de ser claros, hacerse entender y buscar que los otros escuchen y valoren nuestra participación. Esto propicia que se afine la capacidad lingüístico-comunicativa, que hablemos, que estructuremos nuestras ideas y las comuniquemos para que otros las comprendan.”
A través del lenguaje nos vinculamos con los demás, y su buen uso nos permite establecer relaciones más empáticas, asertivas y duraderas. Siguiendo esta pauta, reunimos un puñado de relatos literarios que por su brevedad y la agudeza de su manufactura pueden implementarse para motivar la reflexión en torno a temas como el origen subjetivo de la desdicha, los efectos trágicos de la vanidad y la necesidad de entrenar nuestros ojos para ser capaces de captar la maravilla cotidiana.
1) Algo muy grave va a suceder en este pueblo, de Gabriel García Márquez
Tema: El origen del infortunio
Esta historia vio la luz en un discurso que García Márquez pronunció en Caracas en 1970, donde confesó cómo se volvió escritor: “a la fuerza”. La primera historia que Gabo escribió en su juventud fue una respuesta a un artículo de Eduardo Zalamea Borda —director del suplemento cultural de El Espectador bogotano en aquella época— donde se lamentaba de que las generaciones de jóvenes escritores de entonces no le ofrecían nada nuevo ni interesante a los lectores.
García Márquez escribió su primer cuento, precisamente, para “taparle la boca” al periodista. El Espectador lo publicó en septiembre de 1947 con una nota de Eduardo Zalamea en la que reconocía que se había equivocado con su primer diagnóstico, lo que llevó al joven escritor a un ataque de pánico: “¡En qué problema me metí! —se lamentó García Márquez cuando descubrió su cuento y la nota en el periódico—. ¿Y ahora cómo le hago para no hacer quedar mal a Eduardo Zalamea por segunda ocasión?” La respuesta fue seguir escribiendo.
“Algo muy grave va a suceder en este pueblo” fue la historia a la que le daba vueltas en su cabeza cuando redactó aquel discurso confesional de 1970. En esta historia, una mujer convence a sus vecinos de que algo malo pronto sucederá en el pueblo, lo que los lleva a todos a huir de ahí para escapar de la desgracia anunciada. Se llevan sus muebles, sus animales y a su familia, e incendian sus casas para evitar que el presagio carroñero se alimente de los cadáveres de sus antiguas vidas. Del pueblo solo quedaron cenizas, y la mujer del inicio exclamó: “Les dije que algo malo iba a pasar, pero me tomaron por loca”.
Reflexiones sugeridas:
- ¿Qué descubrimos con el relato?
- ¿Hubiera sucedido algo grave en el pueblo si nadie lo hubiera creído?
- ¿Alguna vez hemos provocado un infortunio por miedo a que sucediera?
- Como García Márquez en la escritura, ¿nos hemos metido un lío adrede?
2) El viejo y el mar, de Ernest Hemingway
Tema: Los límites de la tenacidad
El tema central de este relato es la tragedia del heroísmo malogrado. Santiago es un viejo pescador de La Habana que lleva 84 días sin coger un solo pescado. A Manolín, el muchacho que le ayudó durante el primer mes, sus padres le prohibieron seguir pescando con él para que no le contagiara su mala suerte. Todos los días, el viejo regresa a la costa sin nada; a pesar de lo que le advirtieron sus padres, Manolín le ayuda a descargar el bichero, el arpón, la red y el mástil de su bote.
Una mañana, el pescador se aventuró en lo profundo de la corriente del Golfo, y una aguja enorme picó su anzuelo. La faena dura tres días hasta que puede matar al pez. Exhausto, deshidratado e insolado, Santiago lo ató en la orilla de su bote para emprender el regreso a la costa, pero la sangre de la aguja atrajo a una horda de tiburones que le arrancaban pedazos hasta dejarlo en los huesos. Cuando desembarcó, el animal estaba inservible. Dejó su bote en la playa sin descargarlo y se fue a descansar. En la playa, todos se acercaban para admirar el tamaño colosal de la aguja.
Reflexiones sugeridas:
- ¿Qué llevó al pescador a no renunciar a la caza del animal? (Vanidad, orgullo, desesperación)
- ¿La tenacidad tiene un límite?
- ¿Alguna vez llevar un empeño hasta las últimas consecuencias nos ha traído desdicha?
- ¿Existen situaciones en las que darse por vencido sea lo más saludable?
3) “Instrucciones para subir una escalera”, de Julio Cortázar
Tema: La maravilla de la cotidianidad
Como el de García Márquez, este cuento no es un cuento: es más bien una descripción, y aún más, es el testimonio de un prodigio poético. La serie de instrucciones de Cortázar a las que pertenece esta obra (en las que hay además instrucciones para darle cuerda a un reloj, para tener miedo, para cantar, para subir las escaleras) son el testimonio de una mirada aguda que logra penetrar en el encanto que el hábito se empeña en disfrazar de tedio.
Ejercicio sugerido de lectoescritura
Inspirados en esta obra, escribir las instrucciones minuciosas para realizar una actividad cotidiana como si se tratara de algo inédito y complejo —bostezar, mirar la televisión, comprar un helado en una plaza, oler una azucena—, a fin de entrenar nuestro ojo para poder redescubrir lo que se oculta detrás del velo de la costumbre y la desatención.