El mediador se coloca entre los individuos, sus procesos, respuestas y formas de expresión, para que a través de la mediación, el aprendizaje surja desde la conciencia reflexiva. Para esto, debe atender las necesidades e identificar las oportunidades y potencialidades de desarrollo.

En el libro Un camino para ser y trascender (2020), de Claudia Madrazo, fundadora del Instituto de Mediación Pedagógica, se explica que el camino del mediador es un proceso que dura toda la vida, pues la experiencia y el conocimiento no se obtienen en un instante, sino que requieren de un proceso formativo personal y acumulativo. Por lo tanto, asumirnos en un proceso de desarrollo continuo es una de las mentalidades más importantes a trabajar para poder transformarnos. 

Dentro de este proceso de desarrollo, el mediador debe adquirir ciertas habilidades, cualidades, conocimientos, herramientas y estrategias didácticas que le permitirán cumplir con sus objetivos y propósitos de aprendizaje. Estas capacidades son parte de un camino personal de crecimiento. En Un camino para ser y trascender se destaca que la congruencia, claridad y honestidad con uno mismo son vitales en este proceso.

Cualidades de la mediación 

Es necesario que las interacciones, es decir, las formas y actitudes con las que se realiza la mediación, tengan ciertas cualidades para que las experiencias y ambientes de aprendizaje contribuyan a los procesos de desarrollo humano y transformación social. En estas cualidades existe un elemento de conexión afectiva y social fundamental que se manifiesta en la sensibilidad, en el trato, en los comportamientos y formas de relación que permean e influyen profundamente en la calidad de la mediación y, por lo tanto, en los efectos que genera en los participantes. 

Las siguientes cualidades son componentes pedagógicos y didácticos que se traducen en la forma en que se ve, se siente y se vive en la sesión. 

Intencionalidad y reciprocidad

La intencionalidad es la manifestación consciente de los objetivos y metas. Esta cualidad es importante porque orienta la labor de mediación y dirige las estrategias e interacciones, siempre enfocadas en el crecimiento de los participantes y del mediador mismo. 

La intencionalidad se manifiesta en los vehículos de mediación que el mediador selecciona, en las preguntas que formula, en las actividades que diseña, en la motivación y el gusto que siente y transmite; también se hace presente en la calidad de la atención y la conciencia que el mediador pone en las interacciones para aprovechar la riqueza que se va generando con los participantes.

Cabe señalar que, aunque el mediador se guía por una intención, al mismo tiempo debe mantenerse abierto a percibir y aprovechar lo que surge inesperadamente, equilibrar la atención entre el objetivo establecido y lo que va generando el grupo. 

La reciprocidad se refiere a la apertura y disposición que ofrece el mediador para hacer partícipes a los otros, tanto de sus propios procesos de desarrollo como de la riqueza del espacio y el ambiente de aprendizaje que se está co-creando.

Esta cualidad se manifiesta cuando el participante y el mediador se comunican, conviven, se escuchan, dialogan, comparten, aprenden y construyen conocimiento. 

Para lograr la reciprocidad, el mediador debe ser consciente del contexto y entender las características de los participantes para ajustar su lenguaje, sus interacciones, estrategias y vehículos de mediación a su etapa de desarrollo.

Sensibilidad y pertinencia

La sensibilidad es una cualidad y actitud indispensable para el mediador. Implica reconocer que cada persona es un ser único, sensible e inteligente, con una historia y un contexto de vida particular y que, por lo tanto, los procesos de percepción, interpretación y aprendizaje son distintivos en cada individuo; de esta manera será posible tratarlo con mayor empatía y respeto para potencializar su desarrollo.

Un mediador con una actitud sensible interactúa con cada persona en forma única: cuando lo mira a los ojos, cuando está atento a sus estados emocionales, cuando es necesario actuar con firmeza, cuando atiende a sus preguntas y escucha qué hay detrás de sus comentarios e inquietudes con absoluto respeto y apertura. Es decir, implica la autoobservación y la capacidad de reconocer sus propios prejuicios y modelos mentales.

La pertinencia se encuentra muy relacionada con la sensibilidad. Implica que el mediador lleve a cabo intenciones e interacciones de manera oportuna y adecuada; es decir, que esté muy atento para captar las oportunidades puntuales para trabajar aspectos específicos, habilidades o temas vinculados a su etapa.

La pertinencia nos permite identificar y discernir el momento propicio para tratar temas complejos o problemáticos, para utilizar o no, estrategias o vehículos de mediación, para ofrecer o suspender ciertos contenidos o temas cuando es necesario. La pertinencia es importante para cuidar la seguridad emocional tanto del mediador como del grupo.

Sentido de construcción y co-construcción

Estas cualidades se refieren a la búsqueda continua del mediador por fomentar y acompañar a los participantes en la construcción de ideas, argumentos y narraciones, a través de formular secuencias de preguntas para motivar la imaginación y profundizar en el diálogo.

Esto se manifiesta cuando el mediador da continuidad a los comentarios, pide que se profundice en las intervenciones, aclara significados, indaga en las interpretaciones personales, invita a compartir experiencias y las contrasta con otras diferentes, con la finalidad de ampliar la visión tanto de sí mismos como del mundo. Implica reconocer y valorar la diversidad de ideas y transmitir a los participantes la riqueza y la capacidad que tienen de construir juntos, de crear y crearse a sí mismos.

Cuando se entrelazan opiniones y experiencias en algo más profundo y amplio se genera una espiral ascendente. Es decir, transitar del planteamiento de ideas individuales a la construcción de conocimientos basados en múltiples fuentes de información, experiencias y puntos de vista.

Conciencia de alternativas y posibilidades

Es la disposición del mediador para buscar opciones. Es decir, fomentar que se reflexionen y planteen formas distintas de interpretar y de percibir, tanto del vehículo de aprendizaje como de sí mismos y de sus propias historias de vida, para ofrecer diversas visiones, ampliar los puntos de vista y construir futuros posibles.

La mediación dia propone que las interacciones se enfoquen en buscar alternativas optimistas. Fomenta la construcción de ideas virtuosas, creativas, positivas y diversas, desarrollando la capacidad de reformular y redirigir los discursos, transformar las creencias, los juicios y, en consecuencia, las posibilidades de acción. 

Respeto y valoración del otro y de su proceso

La mediación dia es ante todo una experiencia esencialmente humana que pone en el centro a la persona con su sensibilidad, inteligencia, su contexto y experiencia de vida, además de  reconocer el estado actual del proceso de desarrollo, e identificar sus necesidades y oportunidades. 

Esto se revela cuando el mediador establece una relación personal con los participantes, se involucra en sus procesos y se mantiene atento e interesado en lo que piensan, reflexionan, sienten y aprenden.

El respeto y la valoración del otro y de su proceso es importante porque nos permite acompañar su camino de crecimiento personal, valorar sus logros y reconocer sus limitaciones y necesidades para fortalecer su autoestima y autodescubrimiento.

Consistencia, persistencia y paciencia

En todo camino de autoconocimiento nos encontramos con limitaciones, bloqueos y retos, los cuales nos detienen o desvían de nuestro camino; o simplemente, nos desanima no avanzar con la rapidez y la eficiencia que quisiéramos. En este sentido, tanto para nuestro proceso como el de los participantes es fundamental cultivar la paciencia y mantener la motivación y el compromiso de persistir. 

Sin duda, estas cualidades están en la base de todo proceso de desarrollo personal y de aprendizaje, pues se requiere compromiso y disciplina para reconocer y seguir trabajando en el camino del crecimiento personal.

Nuestras respuestas y comportamientos darán cuenta de nuestro desarrollo personal. En la medida en que vamos creando conciencia, trabajando, resolviendo y desarrollando estas cualidades, nuestras respuestas e interacciones con los demás y con nuestro entorno se volverán más pertinentes y constructivas.