Jorge Aguilar y Waldemar Santamaría, especialistas en mediación pedagógica e integrantes de la Comunidad DIA, adaptaron la mediación dia a un programa de observación de aves.
Jorge Aguilar y Waldemar Santamaría gozan de un trabajo envidiable: observar aves y enseñar a otros a hacerlo. Su oficina es cualquier lugar donde haya pájaros para contemplar; su herramienta indispensable: unos binoculares. Ambos son biólogos de formación y apasionados del avistamiento de aves, una práctica también conocida como salir a pajarear.
Los dos son coordinadores del programa Sal a Pajarear Yucatán, un proyecto que, a través de talleres con niños en distintas comunidades rurales de la región, busca motivar la conservación de las aves y su hábitat. Jorge, originario de Mérida, y Waldemar, de Sacalum, buscan integrar la mediación dia a este programa que actualmente imparten en 28 comunidades de Campeche, Quintana Roo y su natal Yucatán.
Las aves como vehículo de mediación
El primer acercamiento de Jorge a la mediación fue a través de un diplomado sobre los principios de la metodología dia, mientras que el de Waldemar fue en un curso llamado Estrategias de aprendizaje, impartido por Susana Cavazos, directora de la Iniciativa Baktún, quien les sugirió integrar la mediación al programa Sal a Pajarear para complementar a los instructores con nuevas herramientas.
“Al principio, me daba curiosidad saber de qué trataba la metodología y cómo podríamos integrarla, porque nos hablaban de arte pero nosotros no sabíamos mucho sobre eso. Sin embargo, en el diplomado fui descubriendo que aunque está enfocada en el arte, es una metodología que se puede rediseñar o ajustar a tu contexto e incluso a tus necesidades. Solo era cuestión de adaptar el vehículo de mediación: el nuestro serían las aves”, señaló Jorge. Aunque Waldemar ha trabajado con niños desde el 2014, admite que le hacía falta una formación pedagógica que fortaleciera sus bases como docente:
“Disfruto mucho enseñar la observación de aves y las actividades en campo, pero sentía que me faltaba la parte de realizar actividades en el salón con los niños, lograr que tuvieran una mayor concentración y que el conocimiento que les transmitiéramos realmente trascendiera en ellos. Entonces la metodología nos permitió comprender y darle mayor estructura a nuestro proyecto”.
Jorge y Waldemar cursaron la Especialidad en Mediación Pedagógica del Desarrollo Lingüístico porque se convencieron de que, a través de ella, podrían adquirir un nuevo panorama sobre su labor.
“Hay comunidades que ya tienen seis años participando en el programa, así que después de tanto tiempo notamos que hacía falta innovar, tener nuevas estrategias y crear, por lo que la especialidad fue una oportunidad para adquirir nuevos conocimientos. Vincular el programa con el desarrollo del lenguaje, el gusto por la lectura y la escritura, y ayudar a los niños que se encuentran rezagados a tener mejores oportunidades: eso es lo que nos brindó la especialidad”, detalló Waldemar.
A través de la mediación, ellos buscan cambiar el sentir de los niños para que tengan una mayor percepción y comprensión de su entorno; que aprendan realmente el significado de cuidar a las aves y mejoren sus relaciones, tanto familiares como interpersonales.
Los beneficios de observar aves
Las comunidades en donde se lleva a cabo el programa están estratégicamente seleccionadas porque forman parte de alguna reserva ejidal, municipal o estatal. Al ser áreas destinadas a la conservación natural, se busca que los habitantes de estas zonas conozcan el valor de su hogar y puedan darle una utilidad adecuada.
“Es importante que ellos conozcan a las aves y sus funciones; les hablamos de los diferentes servicios ecológicos que ofrecen como la polinización, la dispersión de semillas, su rol como controladores de plaga o saneadores ambientales para que puedan entender por qué están esas aves y los diferentes ecosistemas en los que habitan”, detalló Jorge.
Además de la observación de aves, explicó Waldemar, las reservas ejidales se prestan mucho al ecoturismo, por lo que es una oportunidad para que los niños se preparen desde temprana edad y, en el futuro, se vuelvan guías profesionales.
Otro de los beneficios es que los niños se hacen más sociables: “En una comunidad del sur de Campeche, los niños llegaban cada uno por su lado, pero a unos días de haber iniciado el programa, ellos ya venían platicando sobre las aves que habían visto en sus casas una tarde anterior y le pedían al maestro la guía regional de aves para empezar a leer; esto les fomenta el gusto por la lectura. Todo esto también genera un cambio de conducta y un beneficio para los niños en cuestión de aprendizaje”, refirió Waldemar.
Dentro del programa, hacen intercambios y competencias sanas entre los grupos de comunidades cercanas, lo que ha permitido que los niños conozcan otros lugares y hagan nuevos amigos. “La observación de aves les ha abierto un mundo por delante”, reiteró Jorge.
Es común que algunos niños que participan sean cazadores o tengan aves en jaulas, muchas de ellas migratorias, pero después de conocer el viaje que realizan y las implicaciones que les lleva llegar a su comunidad, deciden liberarlas.
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Una familia de espectadores
Jorge y Waldemar son buenos amigos que intercambian experiencias y aprendizajes. Tienen una familia grande compuesta por todos los demás instructores y niños de las demás comunidades, con quienes comparten la pasión por las aves.
“Somos tantos en tantas comunidades que los instructores se vuelven parte de los amigos. Es muy agradable cuando uno los visita después de tres o cuatro meses y ve cómo han cambiado los conocimientos de los niños. Se va generando todo un vínculo de solidaridad. Ya somos una familia bien grande y todos se identifican de ese modo”, relató Jorge.
Por su parte, Waldemar explicó que es muy motivador tener grupos que abarcan toda la península: “Si nosotros nos vamos al oriente, a Quintana Roo, hay especialidades que solo vemos allá y cuando nos vamos a las comunidades del sur, pues ahí vemos otras especies. El hecho de que este programa nos permita movernos para observar aves es muy alentador, retador y gratificante”.
Jorge no tiene un ave favorita porque asegura que todas le gustan por igual; sin embargo, le tiene un cariño especial a las Charas Verdes porque no se dejan tomar fotos decentes. Waldemar confiesa que se inclina por las aves rapaces: el Halcón Guaco es una de sus especies preferidas.