Como creía que nunca sabría leer…,
no pensaba en ser escritora (que era lo que más deseaba)
ni historiadora ni maestra ni doctora
ni enfermera ni secretaria.

En un salón de clases de educación primaria con 25 alumnos es frecuente encontrarse al menos un estudiante con dificultad de tipo disléxico. Es más, según el Centro para la Dislexia y la Creatividad de la Universidad de Yale (Estados Unidos), una de cada cinco personas tiene dislexia. Por lo mismo, es de suma importancia su conocimiento, ya que es quizás el trastorno de aprendizaje más común que afecta a los niños de edad escolar. Aunque la dislexia está muy extendida, todavía no es tan comprendida.

Durante su infancia, la escritora y antropóloga Silvia Molina (Ciudad de México, 1946) sufrió en la escuela primaria a causa de ser disléxica; experiencia que inspiró su cuento infantil Quiero ser la que seré (2017), en el cual una niña narra las dificultades que tuvo por no aprender a leer y escribir al ritmo de sus coetáneos, en una época en que se conocía poco o nada de la dislexia ni cómo manejarla. “La literatura me dio un lugar en el mundo”, ha dicho la escritora. En aquel cuento, la protagonista nos relata: Mis maestras no imaginaron, no supieron el daño que me hacían señalándome en clase, castigándome en clase, orillándome a llorar en clase porque no podía hacer lo que me pedían, que era leer “como Dios manda”.

Sus síntomas no siempre son tan evidentes, pueden pasar varios años antes de que madres, padres o maestras sospechen que un niño es disléxico. Es que la dislexia es difícil de diagnosticar a temprana edad, ya que hay que observar una discrepancia del nivel de lectura de dos años como mínimo, y no es hasta los ocho o nueve años de edad cuando esto se puede contrastar. Esta situación, por supuesto, puede causar tensión, ansiedad, angustia e, incluso, depresión en algunos pequeños, que no entienden por qué aprender a leer les cuesta más que a otros.

Yo no podía leer de corridito aunque tuviera doce años. […] no podía leer como mis compañeras; y eso me hacía vivir con una especie de miedo secreto, titubeo, incertidumbre, inseguridad y vergüenza.

De hecho, la dislexia afecta a tal cantidad de personas y produce síntomas y grados de gravedad tan diversos que es difícil hacer predicciones. No obstante, el pronóstico suele ser positivo para quienes su dislexia se identifica temprano, que tienen familiares, amistades y maestras que los apoyan y una buena imagen de sí mismos, y que lleven un programa de remediación adecuado. Hoy día es sabido que, con un tratamiento especial, niñas y niños disléxicos pueden desarrollar plenamente su vida cotidiana.

Durante las vacaciones vino a casa todas las mañanas una joven alegre y juguetona, que era maestra en educación especial […] Me entrenó poco a poco… con ejercicios divertidos, con juegos, con calma, con paciencia, con cariño. […] Sus premios [eran] palabras entusiastas por mis adelantos, por mi progreso, algo que me dio seguridad, confianza y certidumbre de que sí podría, de que sí iba a lograrlo.

Qué es la dislexia

En términos generales, la dislexia, explica Silvia Molina, es la dificultad de algunas personas para leer y escribir, sin que tengan una discapacidad intelectual, motriz, visual o en cualquier otro ámbito. Consiste en cambiar las letras o las sílabas de lugar o confundir ciertas letras, puede ocurrir en la lectura o escritura de una palabra o una oración completa.

Se me olvidaba cuál era la derecha y cuál la izquierda, y torcía las sílabas o las cambiaba de lugar… confundía las letras: la “pe” con la “ge”, la “de” con la “be”; y cambiaba de lugar las vocales: leía o escribía “es” por “se”, “le” por “el”.

Dado que las causas de la dislexia no son del todo conocidas, hay muchas definiciones de ella. Una definición ligada al pensamiento actual es la publicada en 1995 en la revista Annals of Dyslexia:

La dislexia es un trastorno específico, de base lingüística, de origen constitucional, caracterizado por dificultades en la decodificación de palabras aisladas, generalmente producidas por un procesamiento fonológico inadecuado. Estas dificultades no guardan relación con la edad, ni con otras habilidades cognitivas o académicas; tampoco son el resultado de un trastorno general de desarrollo o de un defecto sensorial. La dislexia se manifiesta por dificultades de diversa gravedad en diferentes formas de lenguaje, incluyendo a menudo, además de los problemas de lectura, un problema notorio en el aprendizaje de la capacidad de escribir y deletrear.

Tal como explica el médico Javier Gayán Guardiola en su ensayo “La evolución del estudio de la dislexia”, existen diferentes teorías sobre las causas de la dislexia, englobadas en 1) las neurológicas/sensoriales: problemas visuales y auditivos, neurobiología y estructuras cerebrales; y 2) las cognitivas: déficit en la velocidad de procesamiento de la información, problemas de memoria y lingüística (fonológica).

En la actualidad, si bien varias teorías continúan vigentes, todas concuerdan con que la dislexia está estrechamente relacionada a trastornos de lectura y lenguaje, más que en otros campos como las matemáticas, problemas de atención o motrices. Así, el único punto coincidente en todas las definiciones de este trastorno es la dificultad en la lectura.

Estrategias para desarrollar habilidades de lectoescritura

Una dificultad o trastorno de aprendizaje, incluso cualquier discapacidad, muchas veces, cuando se canaliza adecuadamente y de forma integral, es una posible puerta a una virtud, a un talento insospechado. Personajes históricos famosos tuvieron dificultades de aprendizaje y de lectura, tales como el inventor Leonardo da Vinci, la monja y escritora Santa Teresa de Jesús, el científico Galileo Galilei, el escritor Hans Christian Andersen, el escultor Auguste Rodin, el inventor Thomas Alva Edison, el político Sir Winston Churchill, el psiquiatra y psicólogo Carl Jung o el científico Albert Einstein, entre tantos otros.

En este enlace encontrarás material de apoyo para la dislexia u otros problemas de lectoescritura, son actividades que nos proporcionó Gabriela Barbeytto, facilitadora del Instituto DIA.

Y esa tarde le escribí por primera vez a Tere diciéndole que ya pronto, prontito, iba a ser la que sería, e iría al mar a hacerle sus cuentas y también a escribirle sus cartas.