"La humanidad ha creado una vía láctea de libros, dentro de sus corazones habita la sabiduría del paso de nuestra existencia, los descubrimientos, la magia de la vida, las historias que atestiguan lo que nos es importante en las distintas culturas y pueblos". Airam Zaid 

 

Cada libro es una estrella que se abre al universo de nuestra multiplicidad de historias. Es ahí, entre sus hojas, donde se encuentran mundos desconocidos, experiencias que nos conectan con los sentires. En este acto mágico de las letras y las ilustraciones, podemos transformar esos mundos en movimientos con solo activar nuestra imaginación, dar vida a esa parte estática para moldear y apropiar en nuestra mente y cuerpo.

¿Aún recuerdas cómo se llama ese primer libro que activó ese disfrute; el gozo, el misterio, el querer saber más? ¿Quiénes eran los personajes? ¿Cómo eran sus rostros? ¿Qué expresaba su vestuario? Mientras pasabas las páginas, ¿a qué lugares te llevaba la historia contada? ¿Era cercano para ti o eran lugares inimaginables, espacios poderosos, enigmáticos o, simplemente, asombrosos?.

Esas palabras nombraban la vida, los acontecimientos, las relaciones, los saberes y conocimientos, para conectarlos con otras constelaciones de narrativas; para hacer esa red de intercambios; para dialogar con los personajes, con los autores y con nosotros mismos, ya que estamos descubriéndonos en distintos niveles y posibilidades. 

¿Se han preguntado cómo esos libros se tejen hacia dentro y fuera de nuestras vidas? Incluso, ¿cómo esas experiencias nos otorgan otras formas de pensar y significar lo que vemos? El acto de adentrarnos en el mundo de la lectura nos descubre desde otras miradas, horizontes y suma nuevas maneras de interpretar, narrar lo que sentipensamos.

Sin embargo, ¿te has preguntado por qué niñas, niños, jóvenes y adultos tienen una resistencia con la lectura, los libros y el conocimiento; ese desánimo para adentrarse? ¿Cuáles serán los motivos que no les permiten disfrutar la lectura? ¿Qué pasa por sus mentes para huir de la grata vivencia? ¿Alguna vez te has reflejado en estas situaciones de no encontrar sentido a la lectura?.

Hay muchos factores que influyen en el acercamiento de la lectura por disfrute; por ejemplo, si no tenemos el hábito de leer desde que somos pequeños. Posiblemente no hayamos vivido la fortuna de la experiencia que no acercaran estos momentos con nuestros padres, madres, abuelas o nuestros cuidadores en la infancia. No hubo estos abrazos entre libros, cuentos, juegos, canciones, rondas. Todo aquello que nos permite conocer los lenguajes, nos ayuda para apropiarnos del mundo y conectar con otros mundos y culturas, dando riqueza a nuestra percepción, pensamientos, vocabulario, entre otras virtudes.

Posiblemente, esos abrazos de la lectura los vivimos y experimentamos en una parte del camino de nuestro crecimiento; pero, sin querer, se diluyó a causa de la falta de acompañamiento, o porque pensaron que ya éramos grandes y ya no lo necesitamos con el supuesto de que podríamos leer de forma autónoma y libre.

No obstante, ese acto de amor y convivencia entre lecturas puede estar presente en todas las etapas de nuestra vida, como parte de nuestro desarrollo humano que nos integra para hacer más significativos los aprendizajes, las relaciones humanas y en conexión con la naturaleza, desde muchas miradas empáticas que nos permiten evolucionar la existencia y el cuidado de todos los seres. 

Incluso debemos cuestionarnos socialmente por qué no disfrutamos la lectura. ¿Te has puesto a pensar qué lugares o momentos destinamos para nuestras experiencias lectoras? ¿Qué significados le damos a los libros? ¿Qué espacios públicos nos invitan a leer? Si lográramos una correlación para entrelazar familias, escuelas, comunidades, asociaciones e instituciones, podríamos otorgar este derecho humano.

Es decir, aterrizar los cuidados y seguimiento de experiencias lectoras como una fuente de sabiduría e intercambio de saberes que nos permitan construir una cultura enfocada en nuestro bienestar personal y colectivo; que nos ayude a fortalecer la convivencia y una cultura de paz.

Finalmente, siendo lectores, seríamos bibliotecas de experiencias que se comparten desde una humanidad más consciente que permite la existencia de todos y todas. Contribuyamos en la experiencias lectoras, para así aprender a vivir y disfrutar de los posibles mundos que nos rodean y actuar en consecuencia de una forma más cuidadosa de nuestro alrededor y más allá, para así descubrir nuestra agencia personal y colectiva.