En el libro Un camino para ser y trascender (2020), de Claudia Madrazo, se explica que diversas investigaciones han hecho evidente que el contacto con las artes va mucho más allá de un acto de placer o sublimación personales, y una gran herramienta para expandir las capacidades humanas. 

El arte, como manifestación creativa de la humanidad, transmite todo lo que el ser humano es y ha sido en su gran diversidad, lo que ha pensado, sentido, imaginado, soñado, sufrido, sentido y gozado. Las obras de arte se caracterizan por representar ideas, historias, sentimientos, formas de ver el mundo y de entendernos como sociedad. 

“De alguna manera, la obra de arte es parte de un proceso que solo encuentra plenitud cuando el espectador entra en contacto con ella y, en este encuentro, la contempla, la vive, la interpreta y la siente”, señala Claudia en su libro. 

A través de la mediación, el arte brinda la oportunidad de sensibilizar a los participantes sobre el valor de la riqueza y la variedad cultural, el respeto a la diferencia, el aprecio y cuidado hacia el entorno natural y social, así como el reconocimiento de la influencia del pasado en el presente y la construcción del futuro.

A continuación, describimos algunas de las características intrínsecas (internas, propias, esenciales) del arte:

1. Es reflejo de un momento personal e histórico

Las obras de arte son un espejo de lo humano y de su riqueza cultural. Son representaciones del mundo y de la realidad que percibimos. Con su obra, el artista no solo expresa lo que sucede en su mundo interior (aquello que siente y piensa), sino que también refleja el contexto histórico en el que fue creada. 

Desde que existieron las primeras pinturas rupestres, las obras de arte han sido creadas para cumplir diversas funciones que han diversificado el contenido del arte, desde lo mítico, ritual, religioso, cosmológico, político, hasta las preocupaciones e inquietudes más humanas como la guerra, el dolor humano, la ecología y las diferentes formas de vida. 

2. Es expresivo, comunica

Desde el origen, la humanidad sintió la necesidad de comprenderse y comprender su entorno para darle sentido a su existencia. Por eso, cualquier obra de arte —ya sea visual, literaria, audiovisual o teatral, junto con todos los elementos y diferentes técnicas, medios, colores, trazos, gestos, composición y personajes— nos transmite algo esencial. 

Es a través de estos diferentes tipos de creación que el artista concibe significados, y, cuando un espectador se enfrenta a una obra de arte, se involucra y la hace suya, genera sus propios significados. De tal manera que se da un proceso expresivo y comunicativo entre el artista y la obra, y entre la obra y el espectador.

3. Es diverso y universal

Cada obra de arte es única y especial, reflejo de las variadas expresiones humanas. Al mismo tiempo, es un lenguaje universal que permite comunicar los sentimientos de la humanidad y sus experiencias compartidas.

Crear arte implica exponer la forma en la que el artista conoce y se relaciona con la realidad, es un reflejo de la visión del artista, por lo que, aunque el arte es un fenómeno universal, es al mismo tiempo diverso, en cuanto a que existen tantas formas de experimentar la vida, de percibirla y representarla.

En consecuencia, el arte nos permite hablar de una gran multiplicidad de temas, situaciones o modos de vida y nos acerca a la diversidad humana en todos los niveles y matices. 

“Esta diversidad nos invita a abrir nuestra visión del mundo, a reflexionar en torno a las experiencias de personas de otros tiempos y espacios, de otras costumbres, a valorarlas y respetarlas, generando tolerancia y respeto hacia los diferentes puntos de vista”, reflexiona Claudia en su libro. 

4. Es cognitivo y emocional

El arte es emotivo porque, ante todo, evoca emociones y genera reacciones; transmite una gran diversidad de sensaciones. Observar detenidamente una obra de arte y dialogar al respecto, nos permite identificar y entender las emociones que sentimos, además de descubrirnos y conocernos a nosotros mismos. 

Es cognitivo en cuanto a que fomenta la activación de la mente y el surgimiento de ideas. Así, promueve una forma de pensar estructurada y profunda, incentivando el desarrollo de habilidades como la observación atenta y la reflexión. 

5. Es objetivo y subjetivo

Las obras de arte manifiestan de forma única la cualidad extraordinaria de ser objetivas y subjetivas al mismo tiempo. 

Objetiva por todo aquello que sí podemos reconocer, elementos tales como personas, objetos, lugares, colores o formas que se hacen evidentes cuando los identificamos y describimos. Podemos decir que esa información es concreta y objetiva porque tiene características observables en las que podemos reconocer y coincidir con los demás acerca de lo que vemos.

Es subjetiva por lo que inferimos e interpretamos cuando observamos una obra de arte. Hay elementos en la obra de arte que no son evidentes o explícitos y esto nos invita a especular, a construir hipótesis sobre lo que está representado o lo que podría significar. Una obra de arte, por su misma esencia, ofrece la posibilidad de ser interpretada de múltiples formas, y a su vez de resignificarse a través de los ojos de los espectadores a lo largo del tiempo. 

Esta cualidad es de enorme trascendencia porque hace evidente la doble naturaleza de la realidad: lo que es evidente a los sentidos y lo que es mera interpretación. Solemos pensar que lo que vemos es así para todos, cuando de hecho cada persona percibe e interpreta desde su propio bagaje cultural, desde sus experiencias personales, conocimientos, gustos, emociones y estados de ánimo.