El arte implica un diálogo.
Un diálogo que puede ser personal o colectivo, atemporal o sincrónico.
Cuando contemplamos una obra de arte y la percibimos con todos nuestros sentidos abiertos, dialogamos con la obra, intercambiamos hipótesis, ideas y sentires. El artista nos comunica, desde hechos históricos hasta sus sueños y anhelos. Así, el arte nos ha brindado la posibilidad de conocer el pasado, de vincularnos con otras culturas, de conectar con la historia personal del artista, de entender otras épocas.
Al interpretarla, encontramos aspectos de la obra con los que nos identificamos o en los que reconocemos a nuestra cultura o historia compartida: este mensaje nos construye y nos reconstruye, se vuelve una posibilidad para conocer y conocernos, para descubrir el potencial que tenemos de crear y de expresarnos. Nos invita a dar sentido a lo que vemos, escuchamos o percibimos; a profundizar y entretejer los significados que empiezan a develarse, a formular preguntas e imaginar respuestas, a replantearnos ideas y creencias.
Así, se hace evidente la creatividad, no solo del artista, sino también de quienes percibimos y reconstruimos el sentido de la obra, apropiándonos de ella. La relación con la obra es un espacio seguro para explorar e imaginar situaciones, ideas y sentimientos que en la vida pueden resultar intimidantes; nos permite experimentar algo que de otra manera no podríamos sentir.
Más aún, cuando contemplamos o vivimos la experiencia de estar frente a una obra de arte de manera colectiva, compartiendo nuestras interpretaciones, emociones, se nos abre la ventana a la percepción de los otros.
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El arte, en este sentido, desata la posibilidad de dar a conocer nuestras ideas y enriquecernos con las ideas de los demás, desde la horizontalidad. Es decir, la subjetividad permite que los entendimientos, experiencias y conocimientos de cada persona sean igualmente valiosos durante el diálogo colectivo y, a partir de ello, construir ideas, significados y conocimientos.
La obra de arte enriquece el diálogo: a todos nos dice algo y, sin embargo, el mensaje que recibe cada uno, es distinto. De este modo, se pueden abordar temas de distintas naturalezas, fungiendo como un portal a la interculturalidad, a la diversidad humana y a distintas cosmovisiones, promoviendo incluso un sentido de respeto hacia las distintas experiencias y puntos de vista.