Hay muchas cosas que comparten Alejandra Mejía y Magdalena Rodríguez, pero hay una que se distingue cuando hablas con ellas: su avidez por la vida. Me dan la impresión de que cuando ya han alcanzado un nuevo conocimiento enseguida quieren más. En sus miradas percibo el gozo con el que han recorrido sus trayectos, y en sus voces se aprecia el entusiasmo de sus proyectos. Del oriente y del norte del Estado de México emergieron para aportar a otros. Nos complace presentarles su historia de mediación.
¿Quiénes son estos pilares?
Magdalena Rodríguez es psicóloga por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y hasta hace un mes trabajaba como jefa de formación docente en un Conalep, pero concluyó este ciclo para estudiar una maestría en Psicología Escolar. Además, trabaja por su cuenta como psicoterapeuta y ejerce su función docente con un grupo de primaria en desarrollo socioemocional.
Alejandra Mejía estudió Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Actualmente coordina los Centros de Innovación y Apoyo Educativo de la Secretaría de Educación Pública en el Estado de Baja California Sur, y hace diferentes consultorías de diseño pedagógico en distintas organizaciones de la sociedad civil.
Ambas son alumni de la generación 2016 de Enseña por México, formación en donde se conocieron y por la que llegaron a radicar en la ciudad de La Paz, Baja California Sur desde hace ya cinco años. Las dos son egresadas de la Especialidad en Mediación Pedagógica del Desarrollo Lingüístico y grandes amigas.
Magdalena Rodríguez y Alejandra Mejía
Su acercamiento a la mediación dia
Conocieron la mediación dia en una hacienda de Tenextepango, Morelos durante su Instituto de Verano de Enseña por México (Inve).
“Ahí llegó La Vaca Independiente con las imágenes, con la metodología dia, con los espacios reflexivos y con los espacios generativos; a mí me encantaban muchísimo las sesiones. Después nos alcanzaron en Baja California Sur y tuvimos laboratorios intensivos, nos enseñaron espacios de co-creación y de habilidades socioemocionales; posteriormente nos invitaron a certificarnos como observadoras”, cuenta Magdalena, quien además señala que siempre trató de incluir la metodología dia en su trabajo.
“La metodología dia permea tanto tu labor educativa que a donde vas quieres mostrarla y quieres decir ‘funciona’, y quieres decir ‘conecta’, y quieres decir ‘trasciende’; te lleva a momentos reflexivos profundos que no se dan de manera conceptual, ni siquiera de manera modelada, pues el aprendizaje sucede de otra manera: todas y todos somos partícipes. Incluso los mismos principios se vuelven ejes de vida y de conducción, de trabajo horizontal”, explicó Magdalena.
Alejandra pudo dar algunas sesiones dia en una telesecundaria donde trabaja, pero se metió de lleno cuando entró a un proyecto de la SEP en donde promovía las sesiones. En 2018 se certificó como practicante de mediación y para 2019 ya era observadora dia.
“Lo que me gustó de la mediación dia fue el rescate de lo humano. Desde el primer principio orientar fue súper enganchador para mí, dije: ‘Yo quiero hacer eso, el estar aquí y en el ahora’. Y ahora, en cualquier espacio que visitamos, estamos implementando la mediación. Trasciende a tu persona porque la llevas a los diferentes espacios, y eso es lo que hacemos hoy, diseñamos experiencias de aprendizaje mediadas”, cuenta Alejandra.
Especialistas en mediación
En su ávido apetito por seguir aprendiendo, vieron una oportunidad extraordinaria en la Especialidad en Mediación Pedagógica del Desarrollo Lingüístico, por lo que ambas decidieron estudiarla.
Ale Mejía señaló que al cursar esta formación buscaba un apoyo teórico-práctico que la respaldara institucionalmente, pero que también fortaleciera su confianza en el trabajo pedagógico con estudiantes y maestros, pues señala que al ser politóloga necesitaba una base que consolidara su formación como docente: “Me siento fortalecida con las teorías y los paradigmas de la educación que abordamos, además de la propuesta de innovación que representa la metodología”.
Magdalena se enorgullece de ver concluido este proceso, porque explica que cursaron la especialidad en una época en la que tenían mucho trabajo, y que además fue en medio de la pandemia, con muchas otras responsabilidades que se sumaron a sus propios desafíos personales, como administrar el tiempo y el autocuidado, pero que al final la gratificación fue enorme cuando se dieron cuenta de que lo habían logrado.
“Ya con la especialidad tomas más experiencia, reflexionas metacognitivamente de una manera especializada, más rigurosa, más sistemática; en mi caso, adquirí herramientas mayores de documentación, que era un área de oportunidad que no tenía. También se fortalece la sistematización en la que siempre teníamos nuestras fichas descriptivas, desde que defines indicadores hasta que evalúas el logro y lo presentas”, reconoció Magda.
Ambas coincidieron en que la especialidad representó un espacio de contención y acompañamiento durante la pandemia, pero lo mejor de todo es que sirvió como impulso para consolidar su proyecto.
Ser Comunidad
Durante los dos primeros años de su formación en Enseña por México, Ale Mejía emprendió un proyecto de formación docente en habilidades pedagógicas que se llamaba “Temach”, y Magdalena emprendió otro proyecto de habilidades socioemocionales que se llamó “De la emoción a la acción”. Después, al coincidir con los años y luego de muchos cambios, fusionaron ambos proyectos y de ahí salió “Ser Comunidad”.
Este proyecto tiene como visión impulsar los liderazgos colectivos mediante el desarrollo humano integral para la creación de proyectos personales y sociales.
“Nuestro proyecto busca que las personas se desarrollen, crezcan, logren sus metas, se vinculen con otros, trabajen colaborativamente, venzan sus miedos, se atrevan a soñar, sean creativos, experimenten, vivan, sientan, atiendan su cuerpo, se traten bien y establezcan maneras de relacionarse con otras personas”, describió Magda.
Dentro de este objetivo, Alejandra y Magdalena están enfocadas en el trabajo con comunidades educativas, con maestros y maestras, supervisores y autoridades educativas, pero también tienen la intención de acercarse a la sociedad en general, a niñas, niños, jóvenes, madres y padres de familia:
“Queremos trabajar con las familias, porque hemos visto la necesidad de vincular la escuela con el hogar. Tenemos la inquietud de quién está brindando herramientas a madres y padres de familia porque las necesitan, cómo resignificar la responsabilidad de las familias en la educación o la revalorización de los docentes en los hogares. La familia es el grupo primario donde se gestan todas las estructuras de personalidad y aprendizaje, y todas las habilidades para que los niños y niñas sean exitosos en cualquier cosa que emprendan; entonces, hemos visto esta necesidad actual de vincular con las familias y lo vamos a explorar”, explicaron.
“Decidimos ponerle ‘Ser comunidad’ porque creemos que solo transformas en comunidad, solo haces en comunidad, solo trasciendes en comunidad y la comunidad está en ti; nuestra psique no es individual sino comunitaria, colectiva, social; entonces en esos planteamientos entendemos nuestro proyecto, no podemos abordar la educación desde los individuos, sino en sus relaciones y en sus colectivos. También tenemos que confesarle al mundo que somos súper amigas, y que este proyecto se impulsa desde esta energía de la amistad”, enfatizó Magda.
Aunque el proyecto lo iniciaron en junio de 2020, fue en la especialidad donde terminaron de darle una mejor estructura: “Llevamos la metodología dia al proyecto y adecuamos otros paradigmas que hemos descubierto como el buen trato, la atención al cuerpo, el arte y las emociones”, detalló Alejandra.
Hasta el momento han impartido talleres, cursos, asesorías y consultorías con un enfoque en las habilidades socioemocionales. Su línea de contacto es su página oficial de Facebook Ser Comunidad. Te invitamos a conocer su proyecto.