El simposio estaba lleno de energía, con personas que compartían el mismo deseo de escuchar y aprender del poder que tiene la inteligencia emocional y de su impacto en el liderazgo y otros ámbitos de aplicación.

Desde Estados Unidos, la tecnología nos trajo la presencia virtual de las doctoras Janet Patti y Robin Stern y de las líderes educativas Dolores Esposito y Marisol Lockhart. Presencialmente, nos acompañaron dos líderes educativos de México: María de la Luz González y Jesús Arturo Varela.

Emocionada por estar en mi alma mater, la IBERO, abrí el encuentro con una reflexión que nos llevó al corazón de lo que significa un liderazgo que integra la inteligencia emocional. Evocando a san Ignacio de Loyola, recordé cómo, incluso en el siglo XVI, ya había un liderazgo donde el autoconocimiento, la autogestión emocional y la empatía eran fundamentales. 

El mensaje de este santo resonó como un eco que atraviesa siglos, mostrándonos que lo que hoy llamamos inteligencia emocional ha sido un pilar esencial para establecer vínculos de confianza entre el líder y sus colaboradores, ingredientes fundamentales para asumir un tipo de liderazgo basado en valores humanos, tal como lo hizo De Loyola.  

En este contexto, reconocimos la relevancia que tiene el liderazgo educativo y su gran responsabilidad para  crear espacios donde niñas, niños y jóvenes puedan florecer, desarrollando las habilidades socioafectivas necesarias para sentirse seguros, respetados y motivados para el aprendizaje. 

En un diálogo abierto y auténtico, los líderes educativos participantes nos compartieron su proceso de desarrollo personal. 

Para encuadrar el diálogo, Janet Patti y Robin Stern explicaron las similitudes de  los contextos educativos de México y Estados Unidos. A pesar de las diferencias geográficas y culturales, ambas coincidieron en que los problemas fundamentales en la educación son universales: la falta de recursos, la violencia escolar, la crisis de salud mental y la creciente desconexión causada por el uso desmedido de las redes sociales.

En medio de estos desafíos descritos, emergieron historias de esperanza. Dolores Esposito, una líder educativa incansable en Nueva York, compartió cómo la autoconciencia ha sido clave en su propio crecimiento. "Ser más empática conmigo misma", dijo con honestidad, "ha sido el punto de partida para ser una mejor líder". Y esa misma empatía que se permite a sí misma, la transfiere a sus estudiantes y colegas, creando un círculo virtuoso de apoyo y crecimiento mutuo.

El maestro Jesús Arturo Varela, director de la Escuela Secundaria Oficial No. 0200 "Profesor Roberto Ruiz Llanos" en el Estado de México, habló de su pasión por la enseñanza, una pasión que, según él, "nunca debe apagarse". Su escuela es un ejemplo vivo de cómo el arte puede sanar y transformar. Más de 300 jóvenes tocan el violín, no solo como un ejercicio artístico, sino como un acto de liberación, de sanación de heridas profundas como la adicción y la depresión.

Cada historia, cada testimonio de los líderes presentes, dejó claro que el liderazgo con inteligencia emocional no es solo una necesidad profesional, sino una forma de vida. María de la Luz González, supervisora escolar en la Ciudad de México, recordó con humildad lo difícil pero necesario que es mirarse a una misma y reconocerse en los demás. Su trabajo como mediadora ha cambiado la forma en que las escuelas interactúan, fomentando relaciones más colaborativas y auténticas.

Por último, Marisol Lockhart, desde Nueva York, subrayó la importancia de escuchar. Escuchar de verdad. En un mundo donde todos parecen tener algo que decir, nos recordó el poder transformador de un diálogo genuino. Su apuesta por pasar de una figura de autoridad a lo colectivo y a la co-creación, es un reflejo del futuro que queremos para nuestras escuelas.

Este simposio me permitió ver el impacto real que puede tener la inteligencia emocional en el liderazgo cuando se vive desde el corazón. Nos mostró que, al fomentar la autoconciencia y la empatía, no solo estamos creando mejores líderes, sino también seres humanos más plenos. Las historias compartidas resonaron en mí y en todos los presentes, tocando fibras profundas y recordándonos que, al final del día, el liderazgo es un acto de amor y de servicio.

Fue muy emocionante escuchar de la voz de los líderes educativos mexicanos María de la Luz González y Jesús Arturo Varela la manera en que la mediación dia ha contribuido a su desarrollo personal y profesional.

La educación está evolucionando, y el liderazgo emocional se ha convertido en un elemento indispensable para lograr una transformación significativa.

La investigación y el conocimiento que se ha generado sobre la inteligencia emocional nos da la posibilidad de formar generaciones más conscientes, más capaces de vivir en armonía consigo mismas y con los demás. 

Encuentros como este, permiten exponer y expandir nuestro entendimiento sobre el potencial  de las habilidades socioemocionales, y de las prácticas, herramientas y metodologías que contribuyen a este desarrollo.